miércoles, 15 de abril de 2015

POEMAS DE JOSE LUIS BORGES

                                                                                                        Cosmogonía                                                           
                                            
                                                    
 COSMOGONÍA
Ni tiniebla ni caos. La tiniebla
requiere ojos que ven, como el sonido
y el silencio requieren el oído,
y el espejo, la forma que lo puebla.
Ni el espacio ni el tiempo. Ni siquiera
una divinidad que premedita
el silencio anterior a la primera
noche del tiempo, que será infinita.
El gran río de Heráclito el Oscuro
su irrevocable curso no ha emprendido,
que del pasado fluye al futuro,
que del olvido fluye hacia el olvido.
Algo que ya padece. Algo que implora.
Después la historia universal. Ahora.

                                                                  Amanecer

    Resultat d'imatges de AMANECER
    En la honda noche universal
    Que apenas contradicen los faroles
    Una racha perdida
    Ha ofendido las calles taciturnas
    Como presentimiento tembloroso
    Del amanecer horrible que ronda
    Los arrabales desmantelados del mundo.
    Curioso de la sombra
    Y acobardado por la amenaza del alba
    Reviví la tremenda conjetura
    De Schopenhauer y de Berkeley
    Que declara que el mundo
    Es una actividad de la mente,
    Un sueño de las almas,
    Sin base ni propósito ni volumen.
    Y ya que las ideas
    No son eternas como el mármol
    Sino inmortales como un bosque o un río,
    La doctrina anterior
    Asumió otra forma en el alba
    Y la superstición de esa hora
    Cuando la luz como una enredadera
    Va a implicar las paredes de la sombra,
    Doblegó mi razón
    Y trazó el capricho siguiente:
    Si están ajenas de sustancia las cosas
    Y si esta numerosa Buenos Aires
    No es más que un sueño
    Que erigen en compartida magia las almas,
    Hay un instante
    En que peligra desaforadamente su ser
    Y es el instante estremecido del alba,
    Cuando son pocos los que sueñan el mundo
    Y sólo algunos trasnochadores conservan,
    Cenicienta y apenas bosquejada,
    La imagen de las calles
    Que definirán después con los otros.
    ¡Hora en que el sueño pertinaz de la vida
    Corre peligro de quebranto,
    Hora en que le sería fácil a Dios
    Matar del todo su obra!
    Pero de nuevo el mundo se ha salvado.
    La luz discurre inventando sucios colores
    Y con algún remordimiento
    De mi complicidad en el resurgimiento del día
    Solicito mi casa,
    Atónita y glacial en la luz blanca,
    Mientras un pájaro detiene el silencio
    Y la noche gastada
    Se ha quedado en los ojos de los ciegos.


                                           Los enigmas




      Resultat d'imatges de desieto



    Yo que soy el que ahora está cantando.
    Seré mañana el misterioso, el muerto,
    El morador de un mágico y desierto
    Orbe sin antes ni después ni cuándo.
    Así afirma la mística. Me creo
    Indigno del Infierno o de la Gloria,
    Pero nada predigo. Nuestra historia
    Cambia como las formas de Proteo.
    ¿Qué errante laberinto, qué blancura
    Ciega de resplandor será mi suerte,
    Cuando me entregue el fin de esta aventura
    La curiosa experiencia de la muerte?
    Quiero beber su cristalino olvido,
    Ser para siempre; pero no haber sido.


LAS CAUSAS








Los ponientes y las generaciones. 
Los días y ninguno fue el primero. 
La frescura del agua en la garganta 
de Adán. El ordenado Paraíso. 
El ojo descifrando la tiniebla. 
El amor de los lobos en el alba. 
La palabra. El hexámetro. El espejo. 
La Torre de Babel y la soberbia. 
La luna que miraban los caldeos. 
Las arenas innúmeras del Ganges. 
Chuang-Tzu y la mariposa que lo sueña. 
Las manzanas de oro de las islas. 
Los pasos del errante laberinto. 
El infinito lienzo de Penélope. 
El tiempo circular de los estoicos. 
La moneda en la boca del que ha muerto. 
El peso de la espada en la balanza. 
Cada gota de agua en la clepsidra. 
Las águilas, los fastos, las legiones. 
César en la mañana de Farsalia. 
La sombra de las cruces en la tierra. 
El ajedrez y el álgebra del persa. 
Los rastros de las largas migraciones. 
La conquista de reinos por la espada. 
La brújula incesante. El mar abierto. 
El eco del reloj en la memoria. 
El rey ajusticiado por el hacha. 
El polvo incalculable que fue ejércitos. 
La voz del ruiseñor en Dinamarca. 
La escrupulosa línea del calígrafo. 
El rostro del suicida en el espejo. 
El naipe del tahúr. El oro ávido. 
Las formas de la nube en el desierto. 
Cada arabesco del calidoscopio. 
Cada remordimiento y cada lágrima. 
Se precisaron todas esas cosas 
para que nuestras manos se encontraran.


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