jueves, 20 de agosto de 2015

POEMAS DE DAVID ESCOBAR GALINDO





DEVOCIONARIO
Estoy sentado frente a un vaso de agua.
Es igual que sentarse ante un océano.
La eternidad se ahoga en una gota,
pero el tiempo es un pálido velero.
Sentado en popa miro el sol que nace.
Sentado en proa miro el sol que muere.
DIÁLOGO EN LA TINIEBLA
No busco la verdad, pero persigo
su estela cautivante, su aleteo
que es la réplica infiel de lo que creo
y el huidizo fulgor de lo que digo.

La verdad absoluta es un castigo
que quizás no merezca mi deseo.
Y su ausencia es el último trofeo
que desvela mi angustia de testigo.

Me quedo con la flor de la pregunta,
aspirando el aroma sin respuesta,
dejando que el silencio apenas hable.

Y al sentir que la lágrima despunta,
la verdad, como un grillo, me contesta
desde el jardín del vértigo insondable.
COMO LOS DIOSES EN SU AUDAZ VIGILIA

Como los dioses en su audaz vigilia,
me asombro de estar vivo y de estar muerto.
La palabra revienta en el silencio
y el silencio se nutre de palabras.
¿Cuál es la diferencia entre estar vivo
y estar muerto?
.Los dioses son balanzas.

DESPIERTO A MEDIANOCHE

Despierto a medianoche. Es un alarde
de lucidez frugal. Todo respira
a nuestro alrededor, como si fuéramos
los poderdantes de la gracia cósmica.
Vuelvo a dormirme, entonces. De seguro
en ese lapso se ha acabado el tiempo.


LO AUSENTE NO ESTÁ AUSENTE


Lo ausente no está ausente,
sólo apenas distante del instante.
Al poner el oído fantasioso
junto a la laminilla que separa
lo presente y lo ausente,
una vaga corriente se incorpora,
flor que surge del fondo del latido,
y así ya no es posible distinguir
lo que está y lo que estuvo,
y ya la ausencia duerme entre mis sienes
y la presencia es este don distante.

NADA ES MÁS QUE UN INSTANTE

Nada es más que un instante. Lo remoto
se quedó detenido en su minuto.
La sucesiva flor soñó su fruto
para prenderlo en el dorado exvoto.

En el instante exprime el sol devoto
su apuesta cotidiana al Absoluto.
Y en esa ardiente vocación de luto
se hunde hasta la más pura flor de loto.

Todo es instante, entonces, resumido
en la hiriente ceniza del olvido,
suma interior de todo lo deseante.

Pero el instante nuestro
tuyo y mío
al compartir su huella de rocío
sella la eternidad en el instante.



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